

Ayer domingo amaneció un día primaveral soleado y limpio. Casi que así se despertó Santiago, desapareció su malestar y vino a saludarme a la habitación como normalmente hace, esto me alegró mucho ya que de alguna manera me estaba diciendo que se encontraba bien. Pensé que estaría hambriento y creo que así era, pues le puse un buen plato de carne de ternera que había sacado para descongelar y se dio un atracón. Luego mas tarde también picoteó un poco de pienso. Mi niño estaba bien, en su línea y se le veía feliz con la panza llena. Salimos a pasear por la mañana y no puso ningún problema, estaba deseoso de salir como en él es habitual. Dimos un buen paseo bajo ese precioso sol de primavera y al volver a casa se tumbó directamente tras beber mucha agua… todo dentro de lo normal en él. Me puse muy contento pues sabía que ya había pasado lo mas malo, ahora nos toca el proceso de cicatrización de la herida, que suele durar entre diez y quince días. Pero el estaba bien de ánimo y supongo que el dolor le había remitido, una gran felicidad verlo bien, mas o menos. Han sido ya tantas veces de pasar lo mismo que aun no me hago a verlo así, no es agradable verlo sufrir y padecer, pero cada una de las veces me ocurre lo mismo, me sorprende la tremenda capacidad de recuperación que tiene esta raza. El galgo se recupera de una forma espectacular si se le ponen a su disposición, tanto las medicinas, como las curas, los cuidados y sobre todo el cariño que necesita. Luego lo agradece dándote todos los cariñitos que el sabe dar, es un ser lleno de agradecimiento, tanto que incluso a veces se pone hasta pesado, aunque a mi me encanta su pesadez y no me canso de recibir sus cariñitos, aunque a veces te tire para atrás al apoyar sus patas en tu pecho. Santiago estaba bien, así que fuimos al pipi can a la hora de siempre y allí estuvimos solos al principio, hasta pasadas las cinco que llegaron algunos amigos. En ese rato corrió varias carreras de las suyas en soledad, ya que sus hermanos lo dejaron disfrutar solo para no molestarle, o eso parecía. El pobre mío tenía unas ganas enormes de desfogarse corriendo, pensé que le molestaría la herida pero no lo pareció, luego con la manada también hizo alguna carrera, pero ya mas tranquilo. Para mí fue un domingo perfecto, y llegamos a casa cansados pero muy contentos. Nueva cura, apósito nuevo y peto obligatorio para proteger de su boca despega-apósitos, jeje. Quiero agradecer desde aquí, el interés y preocupación que han tenido y el cariño con el que han tratado a Santiago, nuestros amigos del pipi can de Can Gambús, como siempre, son un gran apoyo. ¡Gracias «als Kinkys de la Capella !
Vamos Santiagooooooooooo!!!

